lunes, 14 de mayo de 2018

Principales mujeres artistas del Renacimiento y el Barroco

Sin lugar a dudas, es a partir de la época del Renacimiento donde empiezan a florecer las mujeres artistas, principalmente en Italia. Las mujeres artistas pintaban sobre todo retratos. Normalmente a quienes retrataban eran a sus padres y a sus hermanos, a personas muy cercanas y también a Nobles y Monarcas que les encargaban sus retratos, entre las que podemos destacar a Sofonisba Anguissola, Italiana y primera mujer pintora de éxito del Renacimiento, pintora de cámara y dama de honor de Isabel de Valois, retratista real. De Sofonisba Anguissola,el tratadista Giorgio Vassari en su obra “ La vida de los artistas “ comentaba «Anguissola ha mostrado su mayor aplicación y mejor gracia que cualquier otra mujer de nuestro tiempo en sus empeños por dibujar; por eso ha triunfado no sólo dibujando, coloreando y pintando de la naturaleza, y copiando excelentemente de otros, sino por ella misma que ha creado excelentes y muy bellas pinturas». Este cuadro , como muchos otros de grandes mujeres artistas de la historia del arte fueron atribuídos en un primer momento a hombres artistas, por ejemplo, a Sánchez Coello.



Pero en el Renacimiento no sólo podemos destacar a Sofonisba, sino también a otras muchas mujeres artistas como lo son Laviana Fontana, Bárbara Longi, pero sin duda otra de las más conocidas es Artemisia Gentilleschi, artista nacida en Roma en 1593, hija de un pintor barroco. Su padre la había guiado en el arte de la pintura, enseñándole todo tipo de técnicas entre ellas, la técnica ser su primera obra, se comenta que puede ser “ La Virgen “ fechada en 1609 pero otros dicen que fue “ Susana y los Ancianos “ y “ Judith decapitando a Holofernes “ quizás su obra más conocida. Ha vivido a caballo entre varias ciudades, Roma, Florencia, Londres y Nápoles. Su padre la había guiado en el arte de la pintura, enseñándole todo tipo de técnicas entre ellas, la técnica del claroscuro ( contraste de luz y de sombra). Hay dudas de cuál puede ser su primera obra. En Florencia ha sido una de las pintoras más reconocidas, y tenía de maestro a Agostino Tassi, un suceso que marcaría su obra y su vida. Muere en 1659.



En el Siglo XVII nos encontramos a varias mujeres artistas, y es donde se les va reconociendo un poco más su status , donde se destaca a: María Eugenia de Beer, Jósefa de Óbidos, pero quizás, entre las más destacadas sea una escultora española conocida como La Roldana pero cuyo nombre es Luisa Roldán, nacida en Sevilla en 1652, hija de Pedro Roldán, maestro escultor e imaginero. En 1671 se casó con uno de los oficiales del taller a pesar de la fuerte oposición de su padre, que se negaba a dicho matrimonio. Entre sus obras más destacadas podemos encontrar imágenes de altar o de pasos procesionales en madera y en donde escenifica imágenes de la vida de la Virgen. En su obra se encuentran varias etapas: Etapa Gaditana y Etapa Sevillana. La Academia de San Luca de Roma la nombró miembro emérito. Esta obra se encuentra en el Colegio de San Isidro en Madrid. Pero entre los Siglos XVIII, XIX y XX es cuando empieza el auge de las mujeres artistas. Siglos de grandes cambios, de grandes descubrimientos pero en el que todavía existe una discriminación en contra de las mujeres artistas.


Fuente: menearte

La invisibilidad de las mujeres en el arte



La mujer artista ha sido marginada por la historia del arte y esto no es casualidad. Para empezar, se debe tener en cuenta que esto no sólo ha ocurrido en el arte. En muchos ámbitos y durante miles de años la mujer se ha visto relegada no a un segundo papel, sino a la total irrelevancia. Por ello, los historiadores de arte tratan cada vez más de estudiar el trabajo de la mujer artista. Las van incluyendo progresivamente en la historia, donde antes, aunque aparentemente no faltaba nada, había un gran espacio en blanco.

Realmente sí se conocen muchísimas mujeres dentro de la historia del arte. No se las ha permitido destacar como artistas, pero sí han sido el tema preferido de infinidad de pintores. De este modo, aunque muchos museos cuentan con una minoría de obras expuestas realizadas por mujeres, ellas son las grandes protagonistas de las salas. El museo del Prado cuenta con una amplísima colección de retratos de mujeres, tanto imágenes de elegancia y poder como multitud de desnudos.


Problemas y limitaciones


La mujer es, como señala entre otros la catedrática e investigadora Estrella de Diego, considerada como artista de segunda por la historia y por sus coetáneos. Esto no implica falta de técnica o de calidad, sino que en la pérdida de protagonismo del arte realizado por mujeres cuentan también otros factores. Por ejemplo, la mujer no tenía permitido el acceso a la enseñanza artística, ni mucho menos a un taller, si no era como modelo. Pocas fueron las afortunadas de contar con familiares pintores que estuvieran dispuestos a enseñarlas. Al estar excluida de la formación, la mujer, inexperta en temas como la representación anatómica, solo pudo pintar temas que hoy se siguen considerándose menores, como bodegones o naturalezas muertas.

A todo esto, hay que añadir que han sido muchas las artistas a las que se les ha arrebatado la autoría de sus obras. Normalmente esto ha ocurrido en favor de sus cónyuges u otros familiares masculinos. El menosprecio hacía la figura femenina como creadora del arte es algo por todos conocido, desde el ámbito de la exposición hasta el valor económico. Cualquier cuadro con una atribución a un artista masculino disminuye su valor si se descubre que la artista fue una mujer.

Afortunadamente, los historiadores han buscado subsanar estos olvidos. Poco a poco, el aficionado al arte puede empezar a acercarse a las grandes obras realizadas por mujeres. A día de hoy, aunque siga tratándose de cifras ridículas, cualquiera puede nombrar algunas mujeres que no sólo realizaron obras de calidad, sino que rompieron con lo establecido.


Fuente: lemiaunoir

jueves, 10 de mayo de 2018

Artemisia Gentileschi

Artemisia Gentileschi (autoretrato)


Artemisia Gentileschi - “Autorretrato como alegoría de la pintura” (h. 1638-1639, óleo sobre lienzo, 96 x 73 cm, Royal Collection, Hampton Court Palace, Londres)


Fuente: elcuadrodeldía

Judith decapitando a Holofernes (1614-1620)



Judit decapitando a Holofernes

Artemisia Gentileschi, 1613
La venganza barroca de una artista víctima del machismo

Giuditta che decapita Oloferne
199 x 162 cm
Galleria Uffizi, Florencia



Artemisia Gentileschi era la niña prodigio del primer barroco italiano. Excelente pintora, hija de artista, precursora del feminismo al representar a mujeres fuertes sin el yugo masculino… Su destino parecía claro.
El problema era que era niña, y las chicas no tenían cabida en el mundo del arte de esa época, por lo que lo tuvo difícil para conseguir una formación académica.
Sin embargo, gracias a su padre, la artista consiguió al fin un profesor, un individuo con el nombre de Agostino Tassi.
Un año antes de pintar este cuadro, Tassi violó a la artista, y el hijoputa sólo fue castigado con unos pocos meses de cárcel. Además la chica sufrió una tremenda humillación en el juicio en el que fue torturada con exámenes ginecológicos y pruebas de dolor a ver si decía la verdad, viendo como su violador se marchaba de rositas
Gentileschi, agraviada, decidió seguir pintando a sus mujeres fuertes e independientes del antiguo testamento, pero esta vez plasmó sus fantasías de venganza con toda la violencia que pudo.
Ya sabemos que en el barroco, se llevaba mucho el gore… Cuanta más sangre mejor. Y fue Artemisia la más violenta de todas, superando incluso a la «Judit» de Caravaggio. Suponemos que fue una forma de canalizar el trauma, cortándole virtualmente la cabeza a su agresor.
La sangre brotando en plan surtidor del cuello de Holofernes, poniendo perdidas a Judit y a su criada; el enorme tamaño del general comparado con sus dos agresoras; los claroscuros de moda en la época… Todo en el cuadro es sorprendente y chocante y demostró a todos sus colegas que ella, con sólo 23 años, podía pintar igual o mejor que todos ellos.


Fuente: Historia-Arte

Estilo barroco

Barroco

El barroco es el estilo artístico que se desarrolló en Europa, nace en  Italia y se expande a  otras ciudades entre los años 1600 y 1750. Abarcaba no solo pintura, escultura y arquitectura, sino también música, literatura y todas las artes de la época.
El nombre de barroco parece derivar de la palabra española barrueco y de la portuguesa barocco, que definen un tipo de perla irregular. Sin embargo, durante los siglos siguientes, este término se usó con un tono despectivo y negativo cuando a los artistas ya no les gustaba este tipo de arte.
Durante este siglo el artista más sobresaliente fue Miguel Ángel Buonarroti, quien realizó numerosas obras con características muy propias.
Las obras Barrocas cuentan con: Fuerza expresiva, dinamismo, dramatismo, dominio anatómico, figuras llenas de abundante vitalidad, demostración de gestos y actitudes en sus figuras, fuerte influencia clásica.
Las esculturas preferiblemente se hacían con bronce y mármol.


PINTURA
Desde el punto Renacentista:
La pintura renacentista está plena de religiosidad, sin embargo, cada artista busca su propio estilo, donde el retrato y la representación del paisaje tienen mucha importancia.
Durante el renacimiento surgen diversas escuelas, estas adquieren el nombre de la ciudad donde se desarrollan, entre estas se citan: la Escuela Florentina, la Veneciana, la de Siena, la de Umbría, la de Parma, la de Verona, la de Padua, la de Milán y la de Carrara.
Los pintores también se agrupan  por generaciones, así, tenemos los del Quattrocento (1400) y los del Cinquecento (1500).  Hay otra clasificación muy utilizada para caracterizar las obras pictóricas del renacimiento, la cual es:
Renacimiento Temprano: que abarca desde el año 1420 hasta el año 1500 y cuyos representantes más significativos son Fran Angélico de Fiesole, Masaccio, Piero della Francesca y Sandro Botticelli, entre muchos otros, con pinturas majestuosas.
Alto Renacimiento: que comprende el período que va desde el año 1500 hasta el año de 1527, en el cual se destacaron famosos pintores: Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Tiziano, Pablo Veronés, Tintoreto, Rafael Sanzio, Juan Van Eyck, Alberto Durero, Jean Cousin y el Greco.

Desde el punto Barroquial:
Este estilo es iniciado en Italia en el siglo XVI y se mantendría hasta finales del siglo XVIII, se extendió por todos los países europeos, desarrollando características propias en cada país. En el Arte Barroco hay una marcada predilección por el naturalismo, el dinamismo y los efectos ópticos, aparecen composiciones de naturaleza muerta, bodegones, animales, vida de santos y de Cristo, enmarcándose dentro de esquemas asimétricos. Las representaciones de personas o de gente del pueblo aparecen con sus vestimentas normales, pero en los retratos de clase social alta, son más adornados las vestimentas, pelucas, encajes, zapatos estilizados, sombreros, etc.; sin embargo, lo que más caracteriza a la pintura barroca es el manejo de las luces y sombras, la intensidad dramática y el empleo del color.
En Italia: Se produjeron dos corrientes pictóricas, o estilos: el Ecléctico y el Clasicista, en este país se destacó la figura de Miguel Ángel Merisi de Caravaggio; en Francia destacaron Nicolás Poussin, Georges de La Tour y Claude Gelée Lorrain.
En España: El barroco se torna serio y formal, representado magistralmente por Diego Rodríguez de Silva y Velásquez, Francisco Zurbarán, José de Ribera y Bartolomé Esteban Murillo.
En los países bajos: El barroco generó dos escuelas: la Flamenca, que tuvo su apogeo en el siglo XVI en Flandes y fue representada por Pedro Pablo Rubens, Antón Van Dyck y Jacob Jordanes, y la Holandesa, la cual produjo un nuevo estilo y contó con dos importantes personajes: Rembrandt H. Van Rijn y Jan Vermeer o Van der Meer de Delft.
Este arte se desarrolló entre los siglos XVII y parte del XVIII, su punto de partida fue Italia, Roma, concretamente, donde dejó monumentos grandiosos en el orden de la arquitectura. De Italia pasó al resto de Europa y llegó incluso a Rusia. A través de España, el Barroco se difundió por toda América y alcanza su momento culminante en el siglo XVIII.


Fuente:Artemisianow

María Magdalena como Melancolía (1622-1625)



El mito cristiano de María Magdalena ha fascinado enormemente a los pintores europeos. En la imagen de la santa penitente confluyen tres mujeres bíblicas diferentes: una prostituta arrepentida sin nombre conocido mencionada en el evangelio de san Lucas (que fue confundida con María Egipcíaca), María de Magdala (que fue testigo de la resurrección de Jesucristo) y María de Betania (quien ungió los pies de Jesús con perfume). El mito que aúna a estas tres figuras femeninas ha cristalizado en una santa que sufre las penurias de su arrepentimiento sumida en la melancolía. Los pintores con frecuencia la representaron desnuda o vestida con lujo, en alusión a su vida como pecadora, con un cráneo en la mano o a su lado. La Iglesia católica veía con sospecha, como obras indecentes, las pinturas donde María Magdalena aparecía con los pechos desnudos, o adornada y ataviada como una prostituta, pero en la típica pose melancólica. Las expresiones eróticas de la melancolía eran mal vistas por los censores católicos.
Una de las más importantes representaciones de María Magdalena como melancólica fue pintada por Artemisia Gentileschi, la gran artista barroca italiana del siglo XVII. En realidad hay dos cuadros atribuidos a esta pintora que personifican a la santa melancólica. En una de las versiones la mujer que aparece sumida en su pena tiene parte del pecho y el hombro desnudos. En la otra versión, que se encuentra en la catedral de Sevilla, el pecho y el hombro de la santa aparecen cuidadosamente ocultos por un paño colgante. Este último cuadro es el original, y el otro, que se encuentra en el museo Soumaya en la ciudad de México, es una copia de la misma época. Pero es evidente que la copia revela que el original fue intervenido después de ser copiado, para que pudiese entrar sin escándalo en los recintos sagrados. En efecto, radiografías de la pintura muestran que el ropaje fue ampliado para cubrir lo que la Iglesia consideraba indecente y lujurioso. Lo más interesante es que, muy probablemente, fue la misma Artemisia quien pintara la copia hacia 1622, antes de que el comprador del cuadro, el duque de Alcalá y virrey de Nápoles, se llevara el cuadro a su colección (según lo explica la historiadora Mary D. Garrard en su libro Artemisia Gentileschi around 1622: The shaping and reshaping of an artistic identity, Oakland, University of California Press, 2001). Seguramente tuvo una nueva encomienda de pintar a una Magdalena melancólica, y por ello copió ella misma su obra primera. La obra fue a dar, no se sabe cómo, a una colección privada en Lyon; después fue adquirida por Carlos Slim para el Soumaya.
La primera Magdalena de Artemisia Gentileschi, que fue llevada a España, sufrió una intervención que eliminó las implicaciones eróticas de la santa. Estas mutilaciones han sido muy frecuentes. Recordemos, por ejemplo, que por órdenes del papa Pío V un discípulo de Miguel Ángel, Daniele da Volterra, cubrió con paños los genitales de las figuras desnudas de El juicio final. Por ello, el pintor que sobrepuso calzones a los personajes que pintó Miguel Ángel en la Capilla Sixtina fue conocido como Il Braghettone. Las restauraciones modernas no han logrado eliminar todas las veladuras.
Se cree que la copia de la Magdalena melancólica fue hecha por la misma Artemisia porque en ella la santa tiene un rostro diferente; un copista normalmente hubiese copiado los rasgos originales, sin crear un personaje nuevo, con la cara más redonda, la nariz más puntiaguda, la boca más curvada hacia abajo y los ojos más grandes con párpados pesados. La primera Magdalena tiene una actitud soñadora y sensual; en la copia su rostro es adusto y desconsolado. Las dos caras de la melancolía que pintó Artemisia reflejan posiblemente su propia experiencia como “pecadora”, ya que sufrió de muy joven una violación y tuvo que enfrentar un largo y penoso juicio promovido por su padre contra el violador que se negó a casarse con ella.


Fuente: letraslibres

miércoles, 9 de mayo de 2018

Biografía de Artemisia Gentileschi

Artemisia Gentileschi (Roma, 1593-Nápoles, 1653) es seguramente la artista más destacada de la historia y la que más fama y prestigio logró alcanzar. Nació en 1593 en Roma, hija del famoso pintor Orazio Gentileschi y hermana mayor de tres hermanos varones. Desde joven empezó a ayudar a su padre en el taller y a aprender los rudimentos de la pintura, destacando siempre por encima de sus hermanos que, aunque también se iniciaron en el arte de la pintura, nunca tuvieron las dotes de las que gozaba su hermana.
A los doce años quedó huérfana de madre, lo que la convirtió en la única mujer de su familia. Su padre estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que su hija pudiera desarrollar su enorme talento, pero también para protegerla contra posibles abusos y mantener intacta su virtud. Por eso, Artemisia vivió encerrada en su casa, saliendo solo para asistir a misa y teniendo contacto únicamente con los ayudantes del taller de su padre.

Susana y los viejos

Artemisia Gentileschi, Susana y los viejos, 1610, Castillo de Weissenstein, Alemania.
Artemisia Gentileschi, Susana y los viejos, 1610, Castillo de Weissenstein, Alemania.


Susana, una joven y hermosa judía, era deseada en secreto por dos ancianos jueces que frecuentaban la casa de su marido. Un día caluroso que ella aprovechó para darse un baño en el jardín, los dos ancianos se escondieron tras unos árboles para observarla. Viendo que sus doncellas marchaban y ella se quedaba sola, le instaron a que satisfaciera sus deseos, a lo que ella se negó. Ofendidos por el rechazo, los ancianos la acusaron de adulterio y ella, declarada culpable, fue condenada a muerte. De camino a cumplir su condena, Susana solicitó la ayuda de Dios y este envió a un joven muchacho que demostró la mentira de los viejos. Sobre ellos recayó entonces la condena a muerte y Susana fue llamada desde entonces “la casta”.
Se trata de su primera gran obra maestra. En esta obra desarrolla un tema, el mitológico, que no se consideraba adecuado para las mujeres, limitadas por la decencia a los retratos, las flores y los bodegones. Sin embargo, Artemisia nunca quiso quedarse dentro de los límites impuestos y luchó por romper todas las barreras e ir más allá.
Por otro lado, se trata de una obra que aborda el tema de Susana y los viejos desde una perspectiva nueva y original. Mientras los demás autores solían mostrar a la joven desnuda e ignorante de lo que ocurría a su alrededor, Artemisia -seguramente en un ejercicio de empatía femenina- representa a la joven en el momento en el que descubre a los viejos que la observan, tratando de ocultar su pecho y rostro y mostrando vergüenza y rechazo.

La violación que lo cambia todo

Poco después, un acontecimiento cambió su vida: la violación por parte de uno de los amigos de su padre, Agostino Tassi, que en ese momento trabaja con él en la decoración de la loggia del palacio Rospigliosi. Forzada la primera vez, Artemisia consintió las veces posteriores por la promesa hecha por él de que se casaría con ella, cosa que no cumplió. Llevado ante la justicia por Orazio y al cabo de meses de juicios, interrogatorios y desagradables trances para la joven, Agostinio fue declarado culpable, aunque los contactos que debía de tener en la ciudad papal hicieron que su sentencia se limitase a unos pocos de meses de exilio de Roma. Mientras tanto, la joven Artemisia quedó totalmente deshonrada y marcada para el resto de su vida.
Poco después, un acontecimiento cambió su vida: la violación por parte de uno de los amigos de su padre, Agostino Tassi.
Poco tiempo después del juicio, Artemisia contrajo matrimonio con Pierantonio, un pintor (que debió de ser bastante mediocre) llegado de Florencia y al que ni siquiera conocía. Diez años mayor que ella, acabó siendo un mujeriego que se dedicaba al juego y a contraer constantes deudas. Al poco de celebrarse la boda, Artemisia se fue con su marido a Florencia, huyendo de una ciudad donde el reciente jucio había mancillado su nombre. Una vez ahí, Artemisia renunció a su apellido y adoptó el de un medio hermano de su padre, también artista: Lomi (¿quizás para ocultar su identidad y su deshonra?, ¿o para marcar distancias con un padre que primero la mantuvo enclaustrada y después le hizo pasar por el desgradable proceso del juicio?). A pesar de lo traumático de toda esa experiencia, lo cierto es que ese matrimonio le permitió independizarse del padre y desarrollar su propia y personal pintura.


Artemisia Gentilleschi, Cleopatra, 1621-22, Milán.
Artemisia Gentilleschi, Cleopatra, 1621-22, Milán.


Una vez en Florencia, recibió el apoyo tanto de su tío, Aurelio Lomi, como de su familia política, los Stiattesi. Ellos la ayudaron a hacer contactos en la alta sociedad florentina y a aprender a relacionarse con ella (especialmente con Cosme II de Médicis, que se convirtió en su patrono). Además, Artemisia empezó a moverse por los círculos intelectuales de la ciudad y entró en contacto con nombres destacados de la cultura, como Galileo. Su gran dominio de la pintura la llevó también a ser aceptada en la Accademia del Disegno, siendo la primera mujer en conseguirlo.


Artemisia Gentilleschi, Yael y Sisara, 1620, Museo de Bellas Artes de Budapest.
Artemisia Gentilleschi, Yael y Sisara, 1620, Museo de Bellas Artes de Budapest.


A partir de entonces, Artemisia se especializó (en contra de lo que se consideraba adecuado para una mujer) en los grandes cuadros de temas bíblicos e históricos, sobre todo aquellos que eran protagonizados por mujeres fuertes: Judith matando a Holofernes, Cleopatra suicidándose antes de caer en manos de los romanos, Yael clavando un clavo en la cabeza de su enemigo para defender a su familia o Lucrecia suicidándose antes de traicionar su marido. Todas estas imágenes las capta en un estilo puramente barroco influido por Caravaggio, cargado de dramatismo, con impactantes composiciones, colorido intenso y realismo minucioso. Sus mujeres son rotundas y fuertes, de gestos decididos y fuertemente rebeladas contra el dominio masculino.


Artemisia Gentilleschi, Lucrecia
Artemisia Gentilleschi, Lucrecia, 1621, Palazzo Cattaneo-Adorno, Génova.

Judith decapitando a Holofernes

Artemisia Gentileschi. Judith decapitando a Holofernes. Galeria degli Uffizi
Artemisia Gentileschi. Judith decapitando a Holofernes. Galeria degli Uffizi.


Se trata de uno de los temas más tratados por la pintora italiana. Este cuadro nos muestra la historia de la viuda judía Judith, que defendió a su pueblo ante la invasión asiria. En compañía de una de sus sirvientas, Judith se introdujo en el campamento enemigo haciéndoles creer que estaba dispuesta a traicionar a su pueblo. Invitada por el caudillo Holofernes a un banquete en su tienda, ella logró seducirlo y emborracharlo y, aprovechando la ocasión, cortarle la cabeza. Artemisia capta a Judith justo en el momento de la decapitación y la muestra como una mujer fuerte y decidida que no titubea ante la tarea que acomete.
En el fondo, esta obra es un grito a favor de las mujeres y su fortaleza y en contra de esos hombres que encierran a las mujeres, las violan o les dificultan la existencia (su padre, Agostionio y su marido). Un grito de dolor interno que ella supo transformar en genialidad artística.

El regreso a Roma

En 1620 Artemisia regresó a Roma. Aunque al parecer en principio se trataba solo de una estancia temporal (y así se lo solicitó a su patrono, que le hizo dejar bienes en depósito como garantía de ello), lo cierto es que al final nunca regresó a Florencia. Quizás fuera decisivo en esto la muerte de Cosme II y su sucesión por su madre y su viuda, mujeres que no gustaban ni de Gentileschi ni de su pintura. En Roma, la artista fue ganando fama y consolidando su prestigio y empezó a moverse por los círculos artísticos e intelectuales como “un hombre más”. Su obra era demandada por los mejores coleccionistas e, incluso, por los papas (Gregorio XV y Urbano VIII).
Asimismo, en Roma Artemisia recuperó su verdadero apellido y el contacto con su padre, aunque este duró poco, pues el pintor pronto marchó fuera de Roma para no regresar. En Roma Artemisia también quedó liberada de un marido que ahora, además, era bebedor y profundamente celoso. Tras una trifulca en la puerta de su casa con unos españoles que rondaban a la artista y entre los que se encontraba el duque de Alcalá (embajador de Felipe IV en Roma y quizás amante de Artemisia), Pierantonio desapareció para siempre. A partir de entonces, liberada de toda tutela masculina, la pintora pudo asumir las riendas de su negocio y de su vida, tomar sus propias decisiones y figurar oficialmente como cabeza de familia.

Nápoles, la ciudad de su famoso taller

En 1630 Artemisia se trastaldó a Nápoles, donde, a pesar de la competencia -a veces desleal- de los artistas locales, consiguió crear uno de los talleres más activos de la ciudad que recibía encargos de toda Europa. La enorme fama alcanzada hizo que sus obras fueran deseadas por todos los coleccionstas del continente; sin embargo, esto mismo hizo que su pintura perdiera frescura y originalidad, lo que provocó su decadencia: acabó “muriendo de éxito”.

La mayor parte de la fortuna que logró reunir con trabajo y esfuerzo la invirtió en sus dos hijas (la mayor, el único hijo superviviente de su matrimonio con Pierantonio; la pequeña, quizás fruto de sus amoríos con el músico Nicolas Lanier). Les ofreció una educación exquisita y unas dotes y unos ajuares que les permitieron contraer matrimonio con miembros de la nobleza. Aunque nobles recientes y de un rango no muy elevado, lo cierto es que estos matrimonios hubieran sido imposibles para las descendientes de una saga familiar de trabajadores manuales y de una madre deshonrada si no hubiera sido porque intercedieron enormes sumas de dinero. A pesar del tipo de vida que llevó ella, libre e independiente, quiso para sus hijas algo más convencional, tal vez para evitarles las luchas constantes por la supervivencia que tuvo que librar ella misma.

Greenwich y el salón de baile de la Casa de las Delicias

En 1638 Artemisia se trasladó a Londres, desde donde un padre ya anciano y falto de fuerzas le pedía ayuda para concluir la decoración del salón de baile de la Casa de las Delicias de Greenwich de la reina Enriqueta María de Inglaterra. Ella acudió a la llamada y juntos terminaron el encargo. Al poco tiempo Orazio falleció. Artemisia se quedó en Londres hasta 1641, año en que regresó a Nápoles y se puso de nuevo al frente de su taller. Aunque seguía recibiendo encargos, la decadencia de un arte ya repetitivo hizo que su negocio menguara, lo cual, unido a la inversión de toda su fortuna en los matrimonios de sus hijas, hizo que Artemisia no se encontrara en su mejor momento económicamente hablando. Aun así, siguió trabajando hasta su muerte en 1653. A pesar de la enorme fama alcanzada, pronto fue sumida en el olvido. Su nombre dejó de recordarse y sus obras fueron atribuidas a su padre, a Caravaggio o a algún otro pintor de la época.

Fuente: Artemisia Gentilleschi: la gran artista del barroco - Texto de María G. Barriuso